El cardenal Fesch
Un año después, el 2 de julio de 1803, llegó el cardenal Fesch, hermano de Letizia, madre de Napoleón, en calidad de embajador de Francia ante la Santa Sede, con la misión de abrir el camino ante el Pontífice a las pretensiones reales de Napoleón.
En aquella época, la embajada francesa se hallaba en palacio Lancellotti ai Coronari, aunque en 1805 Fesch la trasladó a palacio Niccolini (más tarde Ferraioli) de la plaza Colonna. Al regresar a Roma, con la caída del poder napoleónico y la pérdida de toda posibilidad de ocupar un papel político, el cardinal Fesch se retiró a vivir en el palacio Falconieri de via Giulia, dedicándose a su famosa e inmensa colección de obras de arte, dispersada casi por completo tras su muerte.