Letizia Bonaparte (Madame Mère)
Robert Lefèvre
Robert Lefèvre, tras algunas pruebas como pintor de historia, se dedicó con fortuna al retrato a partir de los últimos años del siglo XVIII. A través de la protección de Vivant Denon (nombrado en 1802 director general de los museos) obtuvo muchos encargos imperiales. Continuó su trabajo incluso con Luis XVIII, con quien llegó a convertirse en primer pintor del rey. Es particularmente conocida la verosimilitud de sus retratos, a pesar de la necesidad laudatoria exigida en la retratística napoleónica. De hecho, en este retrato de la madre del emperador, a pesar de la suntuosidad del vestido y la elegancia del mobiliario estilo Imperio, sorprende una cierta dureza en los trazos y la expresión agria de la mujer. En cierta forma, desprende el carácter firme y un poco tosco de Letizia Ramolino, hija de un inspector general del Genio Civil de Córcega y casada muy joven con Carlo Maria Bonaparte de quien enviudó a los 34 años. Al parecer, conservó hasta en los años de mayor gloria de Napoleón el sentido de la dureza y de lo imprevisible de la vida.
Obras maestras de la sala
La sala
Las dos primeras salas, divididas sólo por una balaustrada de mármol, forman un único ambiente dedicado a los fastos del Primer Imperio (1804-1814). Aquí se hallan las grandes telas que retratan en poses áulicas y convencionales a numerosos exponentes de la familia imperial. A estos retratos oficiales, promovidos por Napoleón tras su consagración como emperador, se une la retratística privada que, a través, de las ceras de Giambattista Santarelli, las miniaturas sobre esmalte, los camafeos de Nicolò Morelli y las tabaqueras permite una lectura más íntima de la historia de los Bonaparte.